Meisa acaba haciendo prácticas en la empresa de un diseñador al que admira. Sin embargo, la empresa era corrupta y el diseñador ya había abandonado la empresa tras haber sido expulsado por otros empleados cabrones. La empresa se da cuenta de su ternura, oculta su renuncia y obliga a otro hombre, el principal culpable que la echó, a identificarla como la diseñadora. Luego, le rompió el corazón con una severa reprimenda que incluyó un ataque personal.