Como cierto oficinista, tengo un secreto que no puedo contarle a nadie. Debido a su apretada agenda, el estrés y el deseo sexual tienden a acumularse y, como forma de aliviarlo, se escapa de la oficina durante los descansos y continúa visitando a Pinsaro. Aunque se siente culpable, no puede detener este acto debido a la emoción y el placer, y un día su jefe, Maki, lo cuestiona. Cuando le conté la verdad sobre la situación, sorprendentemente se ofreció a hacerlo por mí.