Hermosas nuevas oficinistas que accidentalmente se quedaron dormidas en un autobús nocturno lleno de abusadores. Cuando nota una mano acariciando sus mirtos, no puede escapar. Se chupan sus hermosos y grandes pechos, se pelan sus sensibles membranas mucosas y su cuerpo perfecto se vuelve cada vez más cachondo cada vez que se burla de ella con un placer tan anormal y vergonzoso. ¿Mi cabeza se ha vuelto molesta debido al exceso de trabajo...? Una oficinista que no para de correrse con las piernas bien abiertas