Una divina madurita de unos 50 años. Noriko, 50 años. Tiene un trabajo travieso a tiempo parcial sin decírselo a su marido ni a sus hijos. La última vez que tuvo sexo fue hace varios años. El cuerpo de una mujer madura a punto de estallar de frustración es tan sensible que ni siquiera los afrodisíacos pueden igualarlo.