Mami, quiero que lo conozcas, le dijo la amada hija de Misaki, pero debido a su impaciencia juvenil, se casó durante sus días universitarios, abandonó la escuela y se divorció. Estaba en contra de las citas porque quería que su hija priorizara sus estudios. Sin embargo, el día prometido, Misaki llegó a casa antes de lo planeado y escuchó los dulces gemidos desde la habitación de su hija. Cuando el hombre se asomó por el hueco, notó la mirada de Misaki y sonrió sin enfadarse.