No pude evitar sentir lujuria por los amigos de mi esposa que vinieron a una fiesta en mi casa. Cuando rocié afrodisíacos sobre su comida y los alimenté suavemente, ¡no pudieron contener el calor en sus cuerpos y comenzaron a contener la respiración y a retorcerse en agonía! En la cocina, o incluso en el baño, me acerco a las mujeres que han empezado a tocarse la entrepierna mientras se esconden, ¡y me las follo sin que se den cuenta! ! !