Ayano ha estado casada durante varios años y, aunque no tiene hijos, ha vivido una vida matrimonial modesta y feliz. Ayano, que siempre la ha apoyado, concertó una cita con su marido para ir a un salón de belleza. Ayano estuvo brevemente feliz con el pequeño regalo, pero cuando llegó a la tienda, un terapeuta masculino la estaba esperando. Aunque Ayano estaba confundida, decidió someterse al tratamiento y sus sentidos sexuales fueron estimulados por un masaje provocativo con una gran cantidad de aceite.